El verde un color de la fruta Madre

EL VERDE: UN COLOR DE LA FRUTA MADRE

Por: Lic. Jorge Manuel González Solísolo

Debo confesar que somos “hinchas” del color verde. Observarlo y pensarlo es más emocionante todavía si nos referimos a los paisajes verduzcos de nuestro País. Creemos que compartimos el gusto por ver a los Apus vestidos con el verdor de sus cultivos, a los cerros cubiertos de vegetación y observar yugadas de plantaciones desde los vehículos que pasan.

El verde representa de alguna forma a la ecología y el medio ambiente. Pero ese color depende del recurso hídrico y hay territorios sin agua que podrían dejar de producir en la costa y sierra; no queremos ni imaginar que se descuiden esas chacras, que se tale indiscriminadamente, se deforeste verdes mantos y que extensas áreas queden con magros colores.

Sabemos que las comunidades más pobres son las que han subvalorado y depredado sus recursos naturales, aquellas que no le dan el valor real al Capital Natural –masa de recursos naturales como la tierra, el agua y los minerales- como insumo para la productividad. Somos conscientes que continúan con esos graves procesos de irrespeto a los bosques de Queñuales o de arboles de diverso tipo. Recordemos que según la FAO, todos los años se pierden 13 millones de Hectáreas de bosques en el mundo, y el Perú es uno de los países que presenta los índices más elevados de deforestación. Es en realidad un problema de la humanidad.

Además; el cambio climático genera transformaciones en la naturaleza que podría cambiar el alegre verdor de nuestros cultivos. La contaminación del agua (superficial y subterránea), contaminación aérea (polvaredas) contaminación terrestre (residuos sólidos o basura), contaminación sonora (ruidos que sobrepasan los límites máximos permisibles-LMP), contaminación visual (cuando se trasgrede el paisaje natural) deben de ser enfrentados por acciones concretas y en conjunto.

Es más; que llueva o granice en el mes de julio en Huamalies ya no debe sorprendernos porque son algunas de las consecuencias del cambio climático -alteración del clima por la variabilidad natural o la actividad humana- que nos está desconcertando.

Frente a este problema creemos que proteger las plantaciones de nuestros productos agrícolas y frutícolas es proteger los pulmones de nuestras provincias Huanuqueñas. Incluso madurar ideológicamente una nueva revolución agraria pero cuyo reto sea la promoción de la productividad sostenible. Ese sabroso Sauco, esa nativa Numia, esa maravillosa manzana, esos apetitosos paltos y ni que decir de la dulzura del durazno… todas esas frutas de la madre naturaleza. Una madre a la que últimamente estamos desobedeciendo. Pero nosotros podemos cambiar la historia o al menos intentar escribirla con el color que prefiramos. Está en nuestras manos tener esa opción. Por eso es necesario adquirir una conciencia algo más clara; con una tonalidad entre transparente y verde. Ello implica un cambio de actitud como –por ejemplo- elaborar y utilizar alternativas agroecológicas, promover la (re)forestación, la gestión de residuos sólidos y vigilancia ciudadana ambiental. Los productos alimenticios que crecen en el campo son el fruto de la madre naturaleza y el trabajo. No podemos ser ingratos.