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CHIVOS EXPIATORIOS

CHIVOS EXPIATORIOS
Por: Fernando ROSPIGLIOSI CAPURRO

Diario “Peru 21”
Lima – Perú, 26 de Junio 2008

Producida la revuelta, el Ministerio del Interior falló estrepitosamente, y su jefe se escondió hasta una fugaz y pueril aparición el penúltimo día del movimiento.

Reiterando su nula capacidad autocrítica, el Gobierno está tratando de encontrar chivos expiatorios de la debacle de Moquegua: desde el general Alberto Jordán hasta el gobierno anterior, pasando por normas que supuestamente impiden actuar a la Policía. Todo con tal de ocultar a los verdaderos responsables.
CRUCIFICANDO A JORDÁN. El ex jefe de la región policial de Arequipa, Moquegua y Tacna se ha convertido en la víctima propiciatoria del Gobierno, dejando de lado a sus jefes directos, los que le ordenaron desde Lima ir a negociar con los revoltosos y desarmado, según ha afirmado Jordán.

Ese fue un error monumental. Cualquiera que tenga la más mínima experiencia en este tipo de conflictos sabe que hay una fortísima tendencia de los alborotadores a secuestrar a alguna autoridad o representante del Gobierno en circunstancias como las que se vivía en Moquegua.

Y si eso ocurre, la situación se complica muchísimo, porque los agitadores tienen una carta de negociación muy fuerte.
Si se quiere negociar, los cabecillas deben salir de su territorio y las conversaciones efectuarse en un terreno seguro. A Jordán lo mandaron a la boca del lobo.

El general dice que le ordenaron ir sin armas. Cierto o no, hizo muy bien en ir desarmado, solo con escudos, varas y gases lacrimógenos -que no funcionaron-, porque un grupo de policías en plan de negociación, rodeado de miles de manifestantes, no puede usar fusiles o pistolas. Ahí sí corre el riesgo de que los linchen. O si los secuestran, como ocurrió, que les roben las armas.

Otra cosa es cuando la Policía está en plan de enfrentar a los sublevados. Ahí sí pueden y deben portar armas.

Por último, si hay negociaciones, estas deben estar a cargo de civiles. La Policía puede parlamentar sobre asuntos inmediatos en una situación de enfrentamiento, pero no el conjunto del problema. Otro error de un gobierno que carece de funcionarios capaces. Y los que tiene, poseen la notoria tendencia a esconderse cuando las papas queman.

ÓRDENES CONTRADICTORIAS. La situación se hizo insostenible cuando, sobre el error de enviar a Jordán a negociar, se cometió otro disparate descomunal, al ordenarle desde Lima al coronel que estaba frente al puente Montalvo que ataque a los bloqueadores con gases lacrimógenos. Ese operativo fracasó pero, además, precipitó la captura de Jordán y los otros policías. La gente se sintió traicionada y atrapó a la presa que cándidamente le había entregado el Ministerio del Interior y el comando policial.

En suma, hubo demora excesiva en actuar, había transcurrido una semana y Tacna estaba asfixiándose. Y cuando intervinieron lo hicieron chapuceramente, provocando una derrota mayor.
Adicionalmente, no había un mando claro, pues estaba Jordán, jefe de región -no es un especialista en orden público-, y tropas enviadas de Lima de Diroes (Dirección de Operaciones Especiales) que, al parecer, actuaban con autonomía.

SIN SENTIDO. Los otros argumentos utilizados por el oficialismo para tratar de ocultar sus responsabilidades son más deleznables todavía. Por ejemplo, echarle la culpa al gobierno anterior por la descentralización. En primer lugar, el movimiento de Moquegua no tiene relación con la descentralización. No fue encabezado por el presidente regional, sino por un Frente de Defensa, de los que existen mucho antes de la descentralización y no han desaparecido con ella.

Segundo, la descentralización fue aprobada por el Congreso, donde los más entusiastas fueron los apristas, que querían capturar las regiones. Y lo lograron en 2002, en 12 de ellas. Tercero, cuando el gobierno anterior trató de crear macrorregiones en 2005 -una de ellas era Moquegua, Tacna y Puno-, los más ardorosos opositores fueron los apristas, que lograron bloquear el proceso.

Otro de los argumentos es tan absurdo que casi no merece discutirse. Dicen que la propuesta de derogatoria del D. Leg. 982 en el Congreso -sobre uso de armas por la Policía-, ha causado el desastre de Moquegua. Esa norma no sirve para nada, porque solo reitera lo que ya está en otras leyes, a saber: que la Policía puede usar sus armas cuando las circunstancias lo requieren. Según los que sostienen eso, la Policía estuvo maniatada desde el principio de la República hasta el año 2008, cuando a algún genio aprista se le ocurrió reproducir lo que ya existe en el ordenamiento legal.

IMPREVISIÓN E INEPTITUD. La clamorosa imprevisión y falta de capacidad de anticipación del Gobierno fue, sin duda, el problema principal. Producida la revuelta, el Ministerio del Interior falló estrepitosamente, y su jefe se escondió hasta una fugaz y pueril aparición el penúltimo día del movimiento.

Eso no ha sido una sorpresa. Luis Alva Castro ha comprobado que es un incompetente -como se sabía desde el anterior gobierno aprista-, y como se ha corroborado desde el inicio de su gestión en Interior. Desde la fallida compra de patrulleros chinos y gases sobrevaluados a la injustificada detención de Melissa Patiño, 'Los Malditos de Larcomar' y los choferes víctimas de la Cumbre ALC-UE, pasando por incontables torpezas en asuntos de orden público, y la situación de caos y descontrol en la Policía Nacional.



Ahora, además de la incompetencia, ha puesto en evidencia otra característica: la cobardía. Culpar a los subordinados de la Policía en lugar de asumir su responsabilidad.

A Alva Castro lo nombró el presidente Alan García, que no solo no ha reconocido el error de tan desacertada designación, sino que se ha empecinado en mantenerlo en el cargo durante 16 largos meses. Que no se queje, entonces, por los problemas que repercuten en el desempeño de su gobierno, sino que asuma su responsabilidad y deje de echarle la culpa a otros.

¡GRACIAS!

El martes un grupo de personas redactó y circuló un comunicado, "El Congreso no puede ser instrumento de venganzas políticas", donde critican el comportamiento de una comisión del Congreso, que aprobó una acusación contra mí, como un acto de represalia. El comunicado fue publicado en Perú.21 y reseñado en otros medios. Como no tengo manera de hacerlo personalmente, quiero agradecer por este medio a las personas que lo firmaron y a las que me han hecho llegar, de muy diversas maneras, su solidaridad. Muchas gracias a todos.

Juan Acevedo
Carlos Alberto Aguilar
Rosa Alayza Mujica
Fernando Alvarado de la Fuente
Augusto Álvarez Rodrich
Carlos Amat y León
Rolando Ames
Jaime de Althaus
Walter Albán Peralta
Federico Arnillas Lafert
Roxana Barrantes
Ramón Barúa
Carlos Basombrío
Maruja Boggio
Cecilia Blondet
Cecilia Blume
Manuel Boluarte
Juan Briceño
Jorge Bruce
Eduardo Burga
Jose Canziani
Fina Capriata
Sol Carreño
Gustavo Carrión
Gianfranco Castagnola
Carolina Castilla
Sandra Castro
Pedro Cateriano
Pilar Coll
Gino Costa
Julio Cotler
Elmer Cuba
Gloria Cubas
Fernando Cubas
Hernán Chaparro
Julio Chávez
Roberto Dañino
David de la Riva Agüero
Fernando de la Flor
Ernesto de la Jara
Juan de la Puente
Luis Destefano-Beltrán
Patricia Esteves
Rafael Fernández Stoll M.
Eduardo Figari Gold
Harold Forsyth
Pedro Francke
Jaime García
Diego García Sayán
Natalia González
Mariela Guillén
Alberto González
Efraín Gonzales de Olarte
Mercedes Giesecke
Salvador Heresi
Miguel Huerta
Manuel Iguíñiz
Rafo León
Fabiola León Velarde
Roberto Lerner
Salomón Lerner Febres
Carolina Lizárraga
Nicolás Lynch
Antonieta Manrique
Carmen Masías
Percy Medina
Edmundo Murrugarra
Andrea Querol
Jaime Quijandría
Gabriel Ortiz de Zevallos
Sara Pait
Rosa María Palacios
Aldo Panfichi
Pepi Patrón
Luis Pásara
Santiago Pedraglio
Giovanna Peñaflor
Javier Pérez
Iris Jave
Ramón Ponce
Gonzalo Portocarrero
Mario Reggiardo
César Rodríguez Rabanal
Marcibal Rojas
Pedro Salinas
Rodolfo Salinas
Elizabeth Salmón
Hugo Santa María
Alfredo Stecher
Martín Tanaka
Raúl Tola
León Trahtemberg
Pedro Tenorio
Federico Tenorio
Javier Torres
Carolina Trivelli
Fernando Tuesta
Glatzer Tuesta
Ricardo Uceda
Jose Ugaz
Paola Ugaz
Carlos Urrutia
Ricardo Valdés
Esteban Vargas
Rubén Vargas
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